Sobre Mi
Me presento soy Kimmy Kan masajista matriculada.
Mis masajes son descontracturantes y relajantes, vos elegís la intesidad.
Soy especialista en madajes Nuru (cuerpo a cuerpo) masajes Lingam( estimulación del pene) piedras volcánicas calientes, digipuntura y lo mejor de lo mejor no te podés perder es mi masaje prostático, técnica única.
Dpto propio decorado con mucho amor.
No podés perdertecla,experiencia FULL KIMMY, inolvidable.
Te espero corazón.
Galería
Comentarios (2)
Aurelio
hace 6 díasHola voy a contar mi experiencia con kimmy Soy piloto y me gusta visitarla cuando paso por bs as. Me esperó vestida con un vestido negro, saco tacos y zapatos taco aguja. Comenzó el masaje con piedras calientes, realmente son masajes intensos como a mi me gusta luego de muchas horas de vuelo y acompañado de masajes Lingam. De la camilla pasamos la habitación donde me entregó el aceite pidiéndome qué se lo pasara por todo su cuerpo (pechos, cola, piernas) diciéndome que tenía que estar bien lubricadas con aceite para desplazarse sobre todo mi cuerpo. Lo hizo con mucha destreza realmente impresionante y deslumbrante su cuerpo. Black Kiss a full y culminamos con un Masaje próstático. Relajado a dormir.... pero en el hotel.
Rubén
hace 1 semanaTío… lo de Kimmy fue una auténtica locura. Yo pensaba que iba a un masaje relajante, de esos que te dejan nuevo después de una semana jodida, pero lo que me encontré fue otra liga. Desde que abrió la puerta ya me dejó descolocado: una mujer preciosa, cuerpo de escándalo y una mirada que te atraviesa. Iba vestida con una bata ligera, ajustada justo lo necesario como para dejar volar la imaginación. El ambiente estaba cuidado al detalle: luz tenue, aroma suave a vainilla, música de fondo que te acariciaba el oído… Pero cuando empezó a tocarme, joder, fue otra historia. Sus manos eran como fuego lento. Empezó por la espalda, bajando con una delicadeza que me tenía al borde. Se notaba que controlaba el ritmo, jugaba con la tensión, subía y bajaba sin darme respiro. Cada roce era más atrevido, más descarado. Y entonces se inclinó, y noté su piel, su aliento cerca del cuello… y ahí perdí la cabeza. El masaje pasó a ser puro deseo. Me susurraba al oído, me rozaba con su cuerpo, y cada movimiento suyo era como un juego erótico perfectamente medido. Me giró, me miró a los ojos y sin decir una palabra, entendí que el final iba a ser muy distinto al que imaginaba. No sé cuánto tiempo estuvimos, pero salí de ahí con las piernas temblando y una sonrisa que me duró todo el día. Kimmy no da un masaje: te da una experiencia que te deja marcado. Pura sensualidad, sin prisa, disfrutando cada segundo. Es una artista… y una diosa. — Rubén, 34 años, Madrid